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Nuestra historia 

Don Julio Piedra Santa comenzó a formarse como ilustrador didáctico en su paso por el Instituto Central para Varones. En 1945, don Julio y doña Oralia Díaz de Piedra Santa eran ya maestros de educación. Ante la ausencia de materiales didácticos, don Julio comienza a dibujar a mano mapas geográficos que doña Oralia y él mismo empleaban en sus clases; ambos observan que otros docentes -sus compañeros de trabajo- se interesaban vivamente por estos mapas. 


Esto les permitió identificar la oportunidad de proveer de materiales didácticos sencillos y accesibles a otros maestros, así que se lanzan a producir y vender sus propios materiales. La necesidad era grande y ellos buscaban darle mejores recursos al educador.
Se dio una fórmula mágica entre los dos: don Julio, un genio creador y un motor produciendo, y doña Oralia, una excelente administradora. En un inicio, ellos vendían sus materiales directamente a las escuelas, pero el deseo de hacerlos llegar a más gente los llevó a ofrecerlos a las librerías de esa época. Las librerías no vieron interesante vender artículos que costaban unos pocos centavos y rechazaron los materiales; eso motivó a los esposos Piedra Santa a abrir su primera librería.

Julio y Oralia

Pioneros en la elaboración de material didáctico para Guatemala.


El haber sido maestro y haber sufrido en carne propia la ausencia de herramientas pedagógicas motivó a don Julio Piedra Santa a crear la primera industria de material didáctico en el país, innovando con ello la calidad de la educación; por su calidad y accesibilidad sus materiales lograron la inmediata aceptación de maestros, alumnos y padres de familia.  Años más tarde, los esposos Piedra Santa incursionaron en el campo de los libros de texto al publicar la serie de libros de enseñanza del inglés, del autor Sáenz Rojas; después vendría la línea de textos literarios, las obras de Virgilio Rodríguez Macal, Pepe Milla, Adrián Recinos y muchos otros valiosos escritores.


El rigor y el cuidado por el detalle de ambos hizo que los materiales producidos fuesen altamente reconocidos hasta convertirse en una tradición educativa. Los materiales producidos por ellos facilitaban el trabajo de los maestros y agilizaban el aprendizaje de los niños, creando un puente entre educador y educando.